martes, 11 de marzo de 2008

Morir, dormir.. tal vez soñar.

Caminamos por la vereda, de tarde. Estamos abrazados por el frío, aunque el real motivo es el miedo que nos acongoja. Intentamos coordinar los pasos para no tropezar, pero sabémos que ya caímos, nos tienen en sus manos. Te miro, estámos muy cerca y siento el aliento de días agitados en tu respiración. Me abrazás y me rascás la cabeza, me prometés (como siempre) que todo va a estar bien, y que vamos a safar de esta.. Dentro de unos días vamos a tener que estar en otro lugar, por allá, esos lugares caribeños con suerte o en alguna tempestad helada de países en continentes desconocidos. Otra vez me apretás, me decís que esté calmada que vamos a estar juntos, pero no sé para que prometés tanto.. sabés que me tengo que ir y dejarte. Sabés que van a buscarme y tomarme por los pies, colgarme como en un matadero de los tobillos y desangrarme. Sabés que quieren absorberme, tomarme, escupirme, chuparme.
No tengo más que corresponderte a los besos para que te sientas inútilmente mi héroe, no tengo más que rechazarte para sentirme completamente desprotegida, sin embargo.. Ay! que terribles son mis "sin embargo", por que son fulminantes, no dan lugar a nada, determinismo fatalista, terribles conclusiones, profesías.Vos sabés que esto de que caminemos abrazados de tarde un otoño es fabuloso, es necesario, pero también sabés..
Bueno, voy a rodearte en este momento por última vez, y voy a cerrar los ojos tan fuerte como pueda, imaginarme que me fundo adentro tuyo, que te traspaso, que me inundo de tu olor, que exploto en tu vientre, y que me voy repleta por fin.
Despego mi cara de tu pecho, abro los ojos lentamente, te miro y veo tus ojos empapados en lágrimas.

Es un momento, el metal ingresó por encima de mi oreja. De pronto me quedé completamente sorda, aturdida, no oía nada. Veía tus ojos lagrimeantes. Fue como si el sueño me ganara, y la fuerza de las piernas se me desvaneciera. Un mareo. Un leve dolor muscular en los brazos y en la panza. En la boca el sabor a sangre que aumentaba. El cansancio prometedor que no se hacía esperar. Dormir.

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