sábado, 16 de febrero de 2008

La explosión..

Era el mareo más grande que hubiera sentido jamás, era una sensación de vértigo constante, era un nudo en el estómago, era el miedo y la frialdad del metal. Lo veía enfrente suyo, sentado mirándolo con ojos perdidos, lo veía rociándole los zapatos de sangre. La habitación, obscura, fría, húmeda. Lo tenía enfrente, era su desesperanza, desangrándose. Sabía que no podía solucionarlo, que sus manos seguirían atadas, que el miedo seguiría acosándolo, que el vértigo lo tomaría por el cuello, y que el metal por fin se hundiría. Todo lo sabía, las razones, las excusas, las coartadas. Ahora solo le quedaba respirar profundo, y aspirar el perfume a parca.

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